La sostenibilidad se ha convertido en una de las palabras más omnipresentes en el léxico de productos del mar, e independientemente de la opinión de cada uno sobre el tema, el concepto se ha convertido en punto de referencia para la industria de productos del mar -al menos a corto plazo-.
Esto significa que los compradores de productos del mar necesitan identificar pesquerías que funcionen bien y con buena salud medioambiental, resultándoles difícil justificar abastecerse de partes del mundo con prácticas de pesca cuestionables, donde la recopilación de datos y la gestión es bastante pobre.
Sin embargo, los Proyectos de Mejora de las Pesquerías (FIPs, bajo sus siglas en inglés), están cambiando el compromiso ético de los compradores de productos del mar con las pesquerías problemáticas dándoles la posibilidad de tener en cuenta una lista roja de stocks.
Reconocen que a diferencia de la técnica de semáforo empleada por algunas ONG, donde con frecuencia no es ni práctico ni posible activar o desactivar una pesquería por su impacto socioeconómico local. En vez de eso, buscan lograr una pesquería sostenible a través de continuas mejoras, trabajando con todos los implicados en ella –sobre todo los pescadores-.
El concepto de FIPs fue introducido por la Asociación de Pesquerías Sostenibles (SFP), que tiene un papel activo en la promoción y coordinación de mejoras en la pesca, con el objetivo de que la industria asuma finalmente ese papel de liderazgo. Su éxito está llevando a que sociedades industriales inicien ahora sus propios proyectos.
Los proyectos FPIs buscan establecer una alianza de colaboración conjunta entre compradores de productos del mar, distribuidores y productores para que en forma de lobby poder presionar a nivel gubernamental en busca de mejoras tanto en la política como en la gestión, y para que realicen cambios en las prácticas de trabajo a nivel de las pesquerías, de cara a minimizar las malas prácticas como la pesca ilegal, las capturas accidentales y los impactos medioambientales.
Las medidas destinadas a asegurar la sostenibilidad se llevan a cabo mediante un plan de trabajo acordado, y se monitoriza su resultado para asegurar que está según lo establecido.
“El proceso es simple pero efectivo”, explicó el director ejecutivo de SFP Jim Canon. “Las empresas comprometidas con la compra responsable se convierten en poderosos aliados en potenciar la mejora de las pesquerías cuando trabajan juntos.
El objetivo a largo plazo para una pesquería implicada en el FIP es ganar el estatus de color verde, y para muchas, conseguir una certificación estándar de sostenibilidad independiente como puede ser el de Marine Stewardship Council.
Los compradores de productos del mar proporcionan los incentivos a las pesquerías para hacer los cambios necesarios, ofreciendo acceso a los mercados mientras las mejoras se van realizando, siempre y cuando los parámetros acordados se vayan cumpliendo.
Para las cadenas de distribución, comprometerse con un FIP les permite tener un efecto directo en un cambio positivo tanto para la pesquería como para las comunidades pesqueras, proporcionando a su vez pruebas de que las mejoras se están realizando.
Los principales actores se han implicado en dichos proyectos de apoyo como una forma de aumentar su oferta de productos del mar y asegurando su sostenibilidad. Por ejemplo, Walmart está trabajando con SFP para identificar las pesquerías en alto riesgo e iniciar proyectos FIP, en línea con su política de abastecimiento que requiere que todo el suministro de productos del mar salvaje este certificado por un estándar independiente como el MSC o equivalente, y a las pesquerías sin certificar a trabajar activamente hacia la certificación a través de dichos proyectos FIP.
Philipp, el principal comprador de cangrejo pidió consejo a SFP y su implicación en la mejora de la sostenibilidad de los deficientes stocks de cangrejo, y junto con otros importantes procesadores y exportadores de bogavante, formaron las denominadas asociaciones de Indonesia y Filipinas (Indonesia Blue Swimming Crab Producers Association y la Philippine Association of Crab Processors) para abordar los problemas y comprometerse con los proyectos FIP.
Su trabajo, que está financiado en gran medida por el Consejo del Cangrejo del National Fisheries Institute (NFI) a través de un impuesto de las importaciones de los miembros, ha tenido éxito en ambos países a la vista de la legislación introducida para ayudar a regular, gestionar y controlar las pesquerías.
Otro proyecto FIP que está dando resultados es el atún de Sri Lanka, apoyado entre otros por Sainsbury y el importador de Reino Unido New England Seafood, que aunque ha llevado su tiempo ponerlo en marcha, se ha ganado ahora el apoyo total del gobierno y recientemente recibió un reconocimiento público.
“El Gobierno de Sri Lanka desea agradecer los esfuerzos del Proyecto de mejora de la pesquería de atún de Sri Lanka y respaldar los objetivos y actividades de este proyecto. Los implicados en este proyecto han cooperado con buen resultado en esfuerzos prácticos para conseguir una mejora en la pesquería y continuaremos apoyándoles en el futuro”, afirmó el ministro de pesca, Dr. Rajitha Senaratne.
Cerca de 50 pesquerías han mejorado mucho a través de los proyectos FIP o están en el proceso de trabajo hacia su objetivo y muchos más están bajo consideración.
No es la panacea universal, y para tener éxito, el proceso requiere entendimiento y compromiso por parte de cada uno de los implicados. Sin embargo, se están consiguiendo resultados medibles ayudando con ello a los consumidores a disfrutar las comidas de productos del mar sin sentimiento de culpabilidad.