El debate sobre los contaminantes del pescado resurge en España

El debate que rodea la toxicidad de los metales pesados como el plomo, el cadmio y el mercurio en el pescado sigue en España después de que el mes pasado Oceana criticara al Gobierno del país por no haber proporcionado la suficiente información sobre las inspecciones portuarias y de las importaciones de pescado y marisco.

A pesar de las numerosas enmiendas de la legislación de la Unión Europea sobre los metales pesados en el pescado y el marisco, según la legislación más reciente (Regulación de la Comisión EC/78/2005 del 19 de enero de 2005), "Es fundamental, con el fin de proteger la salud pública, mantener los contaminantes en niveles que no provoquen problemas de salud. Los niveles máximos para el plomo, el cadmio y el mercurio deben ser seguros y tan bajos tan bajo como sea razonablemente posible gracias a unas prácticas correctas de pesca y agricultura y a una adecuada fabricación".
 
La regulación establece el nivel máximo de plomo por kilogramo de la carne del músculo en peso húmedo es 0,4 miligramos para especies como el besugo, la anguila, la lisa gris, el jurel, la sardina y la lubina moteada, 0,5 miligramos para los crustáceos, salvo la carne del cangrejo marrón y la cabeza de langosta, y 0,2 miligramos para el resto de pescados.

Los niveles de cadmio máximos por kilogramo de la carne del músculo en peso húmedo son de 0,1 miligramos para especies como la anchoa, el bonito, la sardina, el atún y la acedía, 0,3 miligramos para el pez espada y en 0,05 miligramos para el resto de pescados.

El mercurio se encuentra en la mayoría de los pescados, por tanto la regulación tiene en cuenta que, por motivos fisiológicos, determinadas especies concentran mercurio de forma más fácil en sus tejidos que otros. Los niveles máximos por kilogramo de la carne del músculo en peso húmedo son de 1,0 miligramo para especies como el rape, el bagre, el emperador, el fletán, la gallineta, la palometa y el esturión, y un máximo de 0,5 miligramos para el resto de pescados.

Según una fuente que trabaja en una empresa de pesca de gambas y que ha solicitado el anonimato cuando SeafoodSource se puso en contacto con él, puso en tela de juicio la definición de "tan bajo como sea razonablemente posible" y la lógica de medir diferentes niveles de cadmio en distintas especies. "¿Con qué base científica piensa Bruselas que es posible adquirir gambas por debajo de 0,5 partes por millón pero es 'razonable' en el caso de los calamares y moluscos bivalvos contener dos veces dicha cantidad?", preguntó.
 
Según explicó la fuente, y haciendo memoria de los años de experiencia en el control del cadmio, "la mayoría de nuestras embarcaciones se pusieron en la lista de alertas europea, lo que significaba que había que realizar pruebas obligatorias del nivel de cadmio, con todos los retrasos en aduanas e inspecciones sanitarias consecuentes en el puerto de llegada. De hecho, los inspectores sanitarios del puerto rechazaron muy pocos contenedores nuestros".

La metodología utilizada para medir los metales supone también una preocupación. "La carne del músculo de la gamba es la parte de la cola pelada, mientras que los veterinarios españoles tienden a triturar la gamba entera, incluida la cabeza y la piel, antes de realizar las pruebas", afirmó la fuente. "Obviamente esto concentrará todos los contaminantes en el cefalotórax, con lo que muchos metales pesados se encontraron en mayor medida que en sus países de origen, donde sólo la cola pelada se había sometido a análisis."
 
La fuente describió el sistema de triple muestra de metales pesados realizado en España como "tosco pero justo". Al preguntarle por los detalles del procedimiento de inspección, comentó: "Si encuentran metales pesados en la primera inspección, conservan una muestra. En la segunda muestra, se permite que el importador lo envíe al laboratorio que desee, homologado e independiente. Si existen discrepancias en los resultados de las dos muestras, la tercera muestra va al laboratorio del Gobierno en Majadahonda, Madrid, para un arbitraje".

En relación con el mercurio, el problema surge con los peces pelárgicos, como el atún, el pez espada y el tiburón, aunque existen otras especies valoradas y populares en España, como la rosada, que también se ven afectadas. La organización medioambiental Oceana "sugirió que España era muy flexible con el mercurio. Todo lo contrario", afirmó la fuente. "Un servicio sanitario fuera de la UE se frustró tanto con los rechazos en España de sus variedades no españolas de este pescado blanco que simplemente no nos darán el certificado sanitario si saben que el producto está destinado al mercado español".

"Con respecto a los parásitos, el Gobierno sanitario del puerto de Vigo es muy inflexible, aunque otros servicios sanitarios europeos afirman que Vigo está fuera de la legislación y sigue otorgando la entrada a las especies afectadas", añadió.
 
Muchas empresas exportadoras de pescado y marisco fuera de la UE ahora utilizan laboratorios independientes en sus propios países para las pruebas de metales pesados antes de realizar sus envíos a España.

En agosto, la Universidad de Valencia desarrolló un nuevo método de prueba del mercurio en el pescado que permite una señalización de varias moléculas y reduce considerablemente la cantidad de trabajo de laboratorio. Puede que el método acabe empleándose en el mismo lugar de captura de los peces para analizar una posible contaminación de mercurio en el emplazamiento.

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